Cuando entro mi madre me espera, un poco enfadada, pero no dejo de sonreír. Llego a mi cuarto y me siento en la cama, para no hacer nada, solamente sonreír y sonreír.
Me encanta esa sensación, aunque tengo que decir que no me dura todo el rato. Al par de horas se me borra la sonrisa, y vuelvo a estar normal, quizás un poco triste pero cuando me acuerdo de todo aquello, vuelvo a sonreír y eso es verdaderamente lo que importa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario