Vamos a
crear una película, una película en la que aparece, como es normal, una
protagonista.
Dicha
protagonista tiene una vida bastante agradable, una casa nueva, una madre que
la adora, gente con la que pasárselo bien, un padre siempre pendiente de ella
para darle sus caprichos, tiene un buen nivel económico y en lo que amor se refiere
todo lo que se pueda pedir y más.
Nuestra
protagonista a pesar de ser bastante feliz aparentemente, tiene ciertos
problemas, estos problemas no la dejan avanzar con normalidad y aunque las
personas de su alrededor no le dan ninguna importancia para ella sí que la
tienen, y mucho. Esas pequeñas cosas van creando un gran vacío en su interior y
rompiéndola en cierta manera por dentro, haciendo que su día a día sea un
horror, un horror tan grande que casi no la deje vivir. Ella sabe perfectamente
que no es para tanto, que esas cosas que le ocurren no son como para ponerse así,
pero no encuentra solución alguna, lo que hace que su vacío aumente. Recibe
ayuda y aunque no la consigue del todo, empieza a ver las cosas de forma
diferente. Poco a poco su día a día va cambiando y con ayuda de las personas a
las que quiere consigue superarlo.
Aparentemente
nuestra protagonista ahora podría seguir con su vida y ser plenamente feliz, ya
que ha conseguido deshacerse de esas cosas que lo impedían. Pero no, ahora no
es el momento de ser feliz, y parece ser que es momento no llega nunca en la
vida de esta chica.
A partir de
ese momento es cierto que las cosas le van algo mejor pero no logramos saber cuándo
ni cómo su vida da un giro tan grande que hace como si nunca pudiéramos recordar
el principio tan idílico de nuestra historia.
A partir de
este momento, del que hablo ahora, tenemos que olvidarnos de todo lo que he
nombrado al principio y hacer como si nuestra película tuviera ese típico final
en que los protagonistas se despiertan de un maravilloso sueño y deben seguir
con su vida de mierda por decirlo de alguna manera ¿verdad? Pues eso es lo que
pasa exactamente.
Nuestra protagonista
se despierta un día y se da cuenta de que ya su mamá no la despierta con un “buenos
días mi niña” o ni si quiera deja una de esas notitas preciosas antes de ir a
trabajar, que solían alegrarle el día y sacarle una gran sonrisa. Ahora ya no
la despierta ella, ni el sonido de su voz al llamar por teléfono para
asegurarse de que a su niña no se le haga tarde, ahora la despierta un
horroroso sonido en su móvil sin sentimiento alguno. Ya no la escuchará ni podrá
contarle todas sus cosas como solía hacer antes, porque ella era su mamá pero también
su mejor amiga. Ya no se abrazarán, ni se besarán , ni si quiera se verán. Ya
no hay dinero para las tantas veces que solía salir a divertirse con sus
amigos, y no solo eso, ya no suele haberlo para las cosas más básicas. Ya no podrá
dormir en su cama, esa que tanto le encantaba, colocada en su perfecto cuarto
que había elegido ella con tanta ilusión, tampoco estarán sus cosas, ni toda su
ropa…
Su papá ya
no será como antes, no estará ahí para
escucharla, no le preguntará por sus cosas, no hablarán, no le dará caprichos… y
aunque su amor por ella no cambiara en nada, su relación sí, porque será más
cercana pero no por eso mejor.
Pensara en
las cosas por las que se quejaba antes y le provocaran risa, incluso vergüenza.
Al darse
cuenta de la odiosa vida que lleva ahora, a nuestra chica se le abrirá de nuevo
ese vacío que sentía antes, pero ahora de una manera nada comparable a la de la
otra vez, ahora de un modo del que ninguna persona podría llegar a entender jamás.
Se
obsesionará por salir de casa todos los días, por hacer cosas nuevas, estar con
gente, distraerse, ser feliz los días en los que está con la persona que la
hace feliz, y todo esto solo para intentar retrasar el momento de la noche, la
noche sola en su cuarto, ese cuarto y esa casa que odia, acordándose de las
cosas que no le gustaría volver a recordar jamás, llorando hasta quedarse
dormida…
Se sentirá sola,
muy sola. Sola en un mundo absurdo, un mundo y unas circunstancias que ella no
merece y, aunque aparente estar bien, ella y las personas que realmente la
conocen, que ya sobra decir que en esos momentos serán pocas, sabrán que no lo está,
porque dudo que muchas personas después de sufrir un cambio como ese puedan
llegar a estar bien en algún momento.
Y no hablo
de perder las cosas materiales, que aunque también afecta, no es nada comparado
al dolor que se siente al perder otras cosas que quizás si eres un poco
inteligente puedas percibir. Tampoco niego que muchas personas se sentirían mucho
más afortunadas de lo que pueden ser ahora estando en la situación de nuestra
protagonista después de la historia que cuento, dado que no he mencionado en ningún
momento que sea un horror, solo que a veces las comparaciones hacen mucho daño
y como todos sabemos hay personas más sensibles que otras y nuestra protagonista
es un muy buen ejemplo de ello.
Llegados a
este punto creo que podemos dejar la película por aquí, no hemos llegado al
final ya que soy partidaria de que todas las historias tengan finales felices, así
que espero no tardar mucho en contarles buenas noticias sobre nuestra
protagonista.
Firmado:
Yo ,la protagonista.