lunes, 16 de abril de 2012

Nunca quise que te fueras de esa forma de mi vida, así, de repente. Incluso cuando me llamabas mil veces en cinco minutos o cuando confundías mi nombre con el de alguna de mis primas, yo te quería, mucho, muchísimo y lo único que pedía es que llegara el día en que te pusieras bien otra vez. Y poder ir a pasear, poder esperar por mi madre, sentados en aquel banco... Y aunque nadie me lo dijo nunca directamente, sabía que ese día nunca iba a suceder.
Me encantaba que me llamaras así como tú y yo sabemos, aunque aparentara enfadarme cuando lo hacías. Me encantaba cuando sonreías al verme y me encantaba pasear contigo de la mano aun siendo ya un poco mayor para hacerlo.
Siempre pensé que eras de esas personas que no demuestran demasiado sus sentimientos, que aunque tu mujer fuera lo más importante para ti nunca le demostraste tu cariño delante de todos, por eso, supuse que te pasaba lo mismo conmigo. Sabía que me querías puesto que lo notaba en el brillo de tus ojos cuando te alegrabas por verme y te preocupabas por mí, pero nunca salió de ti venir a darme un abraza o decirme algún te quiero y aunque nunca dude que lo hacías, quieras o no siempre lo eche de menos.
Recuerdo que por ultimo te volviste más cariñoso y aunque en cierto modo no eras tú de verdad esa parte tuya me encanto. Recuerdo que le pediste a abuela que me cuidara y pensar en ese momento y en esa frase hace que todo, absolutamente todo, se vuelva gris.
Gris porque no estás aquí para escucharme, para contarme tus historias, para darme caprichos, para enseñarme cosas… Gris porque ya no puedo darte la mano, ni darte un abrazo (que aunque reconozco que no solía hacerlo mucho prometo que ahora lo haría todos los días).
Gris sobretodo porque odio pensar que no voy a volver a verte.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Es secreto está en convencerte de que tus sueños se cumplirán SI o SI.